El oráculo de la modernidad
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> En una charla ofrecida en la Facultad de Filosofía y Letras, el filósofo
francés habló largo y tendido sobre lo que entiende como el advenimiento de
una era de la hipermodernidad.
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> Antes de que Gilles Lipovetsky comenzara la charla Tiempos hipermodernos,
el ocaso de la posmodernidad, el decano Félix Schuster inició una ceremonia
bautismal en el patio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires. "Lo bautizo como el patio de la filosofía", dijo.
Recogiendo el guante, el filósofo francés señaló: "Quizás ahora estamos en
un jardín hipermoderno". El autor de La era del vacío, El imperio de lo
efímero, La tercera mujer y El crepúsculo del deber, devenido ahora en
oráculo de la hipermodernidad, es un llanero solitario en las academias,
conocido por no participar en los debates entre sus pares. Acaso porque no
necesita de las polémicas para hacer avanzar su pensamiento. Aunque no guste
o sus conceptos incomoden o puedan ser retrucados teóricamente, mientras
otros filósofos reflotan los temas clásicos, él explora lo cotidiano, el
consumo y la moda. "No vivimos el fin de la modernidad; estamos, por el
contrario, en la edad de la exacerb
> ación de la modernidad, de una modernidad elevada a una potencia
superlativa. Estamos en una edad híper: hipercapitalismo, hiperpotencia,
hiperterrorismo, hiperindivualismo, hipermercado, hipertexto", anunció
hipermonsieur Lipovetsky.
> Esta idea de sociedad hipermoderna, según Lipovetsky, implica una fuga
hacia delante. "La pornografía es una de las expresiones de esta edad híper:
siempre más, siempre algo que se acrecienta. La sociedad hipermoderna parece
estar llevada por la escalada de un siempre más lejos en todas las esferas
de la vida social." Lipovetsky señaló que la modernidad estaba enmarcada por
toda una cantidad de contramodelos o de contrapesos, como la Iglesia, las
tradiciones, los partidos políticos, la división de los roles sexuales y la
familia. "La sociedad hipermoderna es aquella en la que los objetivos
alternativos han desaparecido, es la época en la que la modernización ya no
encuentra resistencias organizativas e ideologías de fondo. La
hipermodernidad es la sociedad en la que es necesario modernizar a la
modernidad misma, mientras que la primera modernidad se construyó contra la
tradición", explicó el filósofo francés. "Ahora es contra la modernidad
misma cómo se acrecienta la modernid
> ad." La sociedad hipermoderna está fundada en tres principios: los
derechos humanos y la democracia pluralista, la lógica del mercado y la
lógica tecno-científica, lógicas que, para Lipovetsky, ya no tienen una
oposición fundamental, razón por la cual no habla de posmodernidad sino de
hipermodernidad.
> "Nada es más inexacto que analizar nuestra sociedad en términos de un
estricto presentismo. La sensibilidad ecologista muestra bien que las
preocupaciones relativas al futuro no han muerto, que todo el mundo se
preocupa por el futuro del planeta y pide un nuevo tipo de desarrollo",
señaló. Para Lipovetsky, lo que está decayendo no es la importancia del
futuro sino el culto del aquí y ahora. "Las nuevas actitudes respecto de la
salud ilustran también en forma muy clara lo que yo llamo la revancha del
futuro. La salud se ha transformado en una preocupación omnipresente",
subrayó. "Ya no estamos en una época de lucha de clase contra clase sino de
lucha de tiempo contra tiempo: el futuro contra el presente, el presente
contra el futuro, el presente contra el presente mismo." En este contexto de
tensión paradójica, ligadas al tiempo y al individualismo, "lo que nos tiene
que preocupar cada vez más es la fragilización de los individuos", agregó el
filósofo. "En muchos puntos tenemo
> s más posibilidades de optar, pero al mismo tiempo nunca los individuos
han demostrado tantas dificultades, tantos malestares, tantas penas, tanta
dificultad para vivir. El individuo hipermoderno es libre, pero frágil y
vulnerable, librado a su suerte."
> La complejidad de la hipermodernidad no se detiene allí. "A veces se dice
un poco en broma que se abre un museo por día en Europa. Hay museos para
cualquier cosa: museos del calzado, de la sardina, del panqueque. Todo
ocurre como si esta época hipermoderna no cesara de revivir el pasado.
Antes, el museo albergaba las obras maestras de la humanidad; hoy cualquier
cosa entra en la lógica del museo", comparó Lipovetsky. Se rehabilitan los
edificios antiguos, pero todo está hecho, en opinión del intelectual
francés, según el último grito del confort moderno; "con lo cual nuestra
valorización del pasado ya no tiene nada de tradicionalista sino que es un
nuevo instrumento de bienestar, que se asocia con la calidad de vida, con la
estética, con el deseo de un marco de vida menos funcionalista y más
cualitativo".
> "La fe religiosa en las sociedades hipermodernas no desaparece sino que
las prácticas y las creencias religiosas se transforman, se hacen más
libres, se desinstitucionalizan. La mayoría considera ahora que la religión
es una cuestión de elección personal para quien puede construir, en función
de su conciencia, su propia fe. Y cada vez la tradición religiosa funciona
no como una verdad absoluta sino como una forma de realización personal",
abundó. Aunque Lipovetsky admitió que en las sociedades hipermodernas
existen muchísimas injusticias objetivas, para él, los valores no han
muerto. "La hipermodernidad no es solamente el reino del mercado y de los
rendimientos técnicos. También se acompaña de un refuerzo de los valores
humanísticos y democráticos, y es por eso que podemos no ser totalmente
pesimistas para el futuro. La edad del presente no está encerrada en sí
misma. No es cierto que estemos condenados a un nihilismo exponencial. El
futuro de la hipermodernidad está abierto.
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martes, 14 de agosto de 2012
El oráculo de la modernidad
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